Muchos aún recuerdan los cines que hubo en Gijón: el Robledo, el Hernán
Cortés, el Arango… ahora decimos adiós al último de los multicines supervivientes
que los habían sustituido. En apenas 30 años pasamos del cierre de las salas
tradicionales a la casi total desaparición de la exhibición cinematográfica en
el centro de la mayoría de las ciudades.
No es este el momento ni el lugar para reflexionar en profundidad sobre el
cambio en nuestra forma de vida que se ha producido de forma cada vez más
acelerada en los últimos años, o sobre el modelo de sociedad que se está
imponiendo; simplemente queremos lamentar la pérdida que el cierre de los Cines
Centro supone para la actividad cultural de la ciudad, que además puede
perjudicar la continuidad del Festival de Cine. Lo cierto es que hace ya muchos
años que las salas estaban vacías, y ya se ve que la única reacción que se
observa en la ciudad es la indiferencia más absoluta (la misma que hubo, por
ejemplo, cuando desapareció por decisión política la OSGI). Parece que tenemos
que resignarnos a que la “vida cultural” de la ciudad se reduzca a los saraos
veraniegos; esos sí gozan del aprecio ciudadano y la protección política.
Pero no hay problema, dicen muchos: tenemos internet.
Artículo de Nacho Muñiz
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